jueves, 25 de febrero de 2016



 LAS NUEVAS GENERACIONES

Por Manuela Gallini




 Hoy, un día como muchos otros, me encontré con una amiga, mujer y compañera de lucha socio-ecológica y empezamos una conversación común para luego dirigirnos hacia un tema muy delicado cual es él de la minería y de su economía en la comunidad.  Un argumento muy atormentado y atormentador, no solo desde un punto de vista ecológico si no desde un punto de vista social.
¿Cómo pudo esta nueva economía cambiar radicalmente la forma de vida y los valores de lo más
jóvenes?
Cada vez que me enfrento a este tipo de conversación me doy cuenta de mi limitada experiencia en la convivencia con este mundo y sobre todo de  la baja empatía con este tipo de ambiente, por esta razón me quedo reflexionando horas sobre los temas enfrentados. Lo que más me duele y me cuesta entender es como las nuevas generaciones, hijos de medioambientalistas y ecologistas, familiares de trabajadores de turismo y amantes de la naturaleza puedan haber dejado de un lado sus vivencias para abrazar los comercios que giran alrededor de la minería o la minería misma.  Claro está que la vida en estas comunidades no es simple, hay que luchar para la subsistencia económica y el oro es fuente de trabajo para muchos, y a muchos ofrece la posibilidad de procurarse alimentos y bienes necesarios, pero lo que sigo pensando es que NO queda siendo la única posibilidad de vida.
 El problema de fondo es que hoy en día el joven no se conforma con una economía básica si no exige una vida de consumo que requiere unas entradas monetarias muchos mayores respecto a una vida humilde de campo.
Yo vine a vivir en este pueblo por esta exacta razón, estaba cansada de un sistema de vida que se basaba alrededor del consumismo, más bien vine a la búsqueda de la naturaleza y de la tranquilidad que te regala la simplicidad y con esta intención vivo hoy una vida de lujo que me permite viajar, comer y disfrutar. Como yo otras familias escogieron diferentes caminos entre turismo y producción de alimentos y gracias a sus trabajso tienen una vida digna y satisfactoria.
Lo que me entristece es que los más jóvenes, que representan el futuro de esta comunidad, no tienen los mismos sueños, ni valores. Muchos basan su entera existencia en la producción de riqueza, a veces olvidándose de los valores con los que los crecieron, y atormentándose por la continua necesidad de dinero, otros quieren producir riquezas sin realmente producir nada, sin esfuerzos, ni trabajos, dinero fácil, producido por la reventa o el tráfico ilegal,  otros, en cambio, viven de la mina pensando simplemente en comprarse una botella y disfrutar sin construirse un futuro o una economía alternativa que les garantice una convivencia  pacífica con sus tierras. Estas son las actitudes de muchos jóvenes y la falta de sueños y de valores están llevando esta nueva generación a una rápida destrucción y nosotros que hacemos? …nos quedamos observando esto sin saber qué hacer. 
¿Cómo convencer a los demás que la vida está llena de oportunidades y de riquezas que no dependen ni del oro ni del dinero y sobre todo como convencer a los más jóvenes que la felicidad y la salud no siempre dependen de la moneda si no de la forma en la que vivimos?
Una de las soluciones podría ser la escuela, la transmisión de valores que reciben en este círculo social de primera importancia, otra podría ser el ejemplo de todos aquellos que viven en armonía con su medioambiente sin renunciar al bienestar económico, otra podría ser el apoyo político de entes públicos que nos ayuden en la preservación y en la difusión de valores…
Me queda entonces esperar y ser más optimista y como dice mi amiga “ver los avances obtenidos en estos años”
Mis ojos entonces seguirán abierto esperando el día en que no vean más destrucción y malestar social si no progreso y mejora.

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