domingo, 13 de marzo de 2016

Indígenas y ambientalistas alertas ante el Arco Minero

La contaminación de las fuentes de agua es una de las consecuencias más evidentes de la minería. Foto: Cortesía.


Fundación Mujeres del Agua

Durante el mes de febrero, el Ejecutivo Nacional lanzó dos decretos vinculados a la actividad minera y específicamente a su desarrollo en el sur del país, en el estado Bolívar.

El Nº 2.231, del 10 de febrero, crea la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg), adscrita al Ministerio del Poder Popular para Defensa, facultada para realizar "Todo lo relativo a las actividades lícitas de Servicios Petroleros, de Gas y Explotación Minera en general, sin que esto implique limitación alguna".

Luego, el 24 de febrero, se emitió el decreto Nº 2.248 mediante el cual se crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco (AMO), que establece el marco legal para la explotación minera mediante concesiones sobre una extensión de 111.843 km2.

Adicionalmente, el presidente Nicolás Maduro firmó memorandos de entendimiento con las 150 empresas, de 35 países, que se incorporan a la exploración y explotación del oro, cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita y otros minerales.

El Arco Minero abarca la zona norte del estado Bolívar, el noreste del estado Amazonas, territorios ancestrales de los pueblos baniva, piaroa, yekuana y jivi y el llamado el Bloque Especial Icabarú.

Con respecto a estas decisiones, han surgido varios cuestionamientos que apuntan tanto a los riesgos ambientales y sociales, como a la falta de una consulta previa, libre e informada, tal y como la prevé la Constitución, entre los pueblos originarios.

“Nos afecta el pronunciamiento del Presidente de la República Nicolás Maduro, cuando expresó ante el país la reactivación del Arco Minero que afecta a toda la región de Guayana y ahí estamos los pueblos indígenas de la Amazonía venezolana. Nos afecta porque se está hablando de una explotación minera, de extractivismo, de la búsqueda de recursos a un alto costo para nosotros. ¿Por qué?, porque significa la destrucción de los bosques, de las cuencas hidrográficas de los ríos más importantes de la Amazonía venezolana”, manifestó Gregorio Mirabal, coordinador general de la Organización Regional de Pueblos Indígenas del Amazonas (ORPIA), según una nota de Provea.

El Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) precisó en otro comunicado que, además de ignorar los requisitos establecidos por la Constitución para proyectos de tal envergadura, el decreto AMO lesiona garantías fundamentales.

El documento señala que, en su artículo 25, el decreto afecta los principios de universalidad y progresividad y los contenidos inherentes al derecho de libre asociación y reunión al establecer que los intereses del Estado, en maximizar la producción minera, se encontrarían por encima de los derechos de los particulares, gremios o sindicatos.

Provea considera también que en el marco de este decreto se proscribe el derecho a manifestar pacíficamente y a declararse en huelga.

Menciona en su comunicado, citando el decreto, que "los sujetos que ejecuten o promuevan actuaciones materiales tendentes a la obstaculización de las operaciones totales o parciales de las actividades productivas (…) serán sancionados" y que "Los organismos de seguridad del Estado llevarán a cabo las acciones inmediatas necesarias para salvaguardar el normal desenvolvimiento de las actividades".

El ambientalista Diego Díaz recordó, en un artículo publicado en el sitio web de Globovisión, que el polvo emitido por las actividades extractivas, durante la voladura y arranca de material o durante los procesos de carga, transporte y deposición de escombros, suele ser altamente contaminante.

Se refirió también a la deforestación, erosión y pérdida de suelos fértiles, a la contaminación por sustancias tóxicas, a la alteración de los procesos naturales, a la modificación del relieve y, por supuesto, a la más lógica y perversa de las consecuencias de la minería: la contaminación de las fuentes de agua, bien por metales pesados o metaloides o por las cantidades de materiales que se depositan en los ríos y manantiales. 

Globovisón también entrevisto al abogado, especialista en derecho ambiental, Alexander Luzardo quien advirtió que este plan es un crimen ecológico y un genocidio contra los pueblos indígenas.

Incluso en los portales web cercanos al Gobierno surgieron voces críticas, por tratarse de un tema de enorme riesgo ambiental y por tanto social y económico: " las autoridades ambientales saben lo catastrófico que significa autorizar a esa súper corporación (Gold Reserve) a explotar el oro al Sur del Estado Bolívar, debido a que la minería utiliza, de manera intensiva, grandes cantidades de cianuro, una sustancia muy tóxica que permite recuperar el oro del material removido", al igual que menciona que para llevar a cabo sus labores ocupan extensiones de hasta 150 hectáreas y se cavan cráteres de hasta 500 metros", escribió Lenin Cardozo en Aporrea.org.

Aporrea también difunde en videos declaraciones de Carlos Azpurua y Ana Elisa Osorio alertando con respecto a lo que se viene.



viernes, 26 de febrero de 2016



COMO PROTEGER EL PARQUE NACIONAL CANAIMA?

 

 

Por Manuela Gallini
 
A finales de enero la ministra de los pueblos y comunidades indígenas, Clara Vidal, se reunió con la capitanía general del sector 5 y sus habitantes.  Durante el encuentro, el gobierno presentó  las propuestas para la mejora del usufructo del Parque Nacional y sus nuevos planes turísticos.  Según la ministra se quiere seguir impulsando este eje a través del financiamiento de nuevos proyectos para contrastar el  continuo aumento de la minería ilegal.
Me pregunto entonces si esta es la verdadera fórmula para que el turismo en la Gran Sabana vuelva a resurgir, ya que en este último año las visitas por parte de los turistas locales y extranjeros, quitando el turismo brasilero, en continuo aumento, han bajado de manera contundente.
Quien pasa por el Parque Nacional Canaima hoy en día, lo que puede encontrar a lo largo de toda la carretera principal es basura, latas, plásticos y más. Los contendedores no son suficientes y el servicio de limpieza y recogida es muy escaso si no inexistente.  Paseando por los ríos encuentro, escondido bajo las piedras, desechos alimenticios y desperdicios orgánicos que flotan en las aguas cristalinas. Queremos hablar del tepuy Roraima??!! donde la basura, muchas veces, se lanza desde la cima hacia el valle, supuestamente para que nadie las pueda ver.  Durante las temporadas fuertes los lugares mágicos se transforman en discotecas ciudadanas, donde el turista inconsciente bota botellas de alcohol, latas y contamina el ambiente con el volumen excesivo de su música. Todo esto y mucho más es nuestro Parque Nacional, rico de unas inmensas bellezas que poco a poco estamos desperdiciando y arruinando para siempre.
Por esta razón las repetidas soluciones del gobierno de distribuir dinero para financiar unos supuestos proyectos turísticos, que en la mayoría de los casos, se reducen en la construcción de tiendas para la venta de comida o artesanía, me parece del todo prematuro. Ante todo creo sea urgente y necesario aumentar y mejorar el control del parque a través de normas más estrictas. Normas de comportamiento que enseñen al turista el respeto hacia el medio ambiente. El órgano oficial de Inparque debería no ser simplemente una referencia si no tiene la obligación de actuar y trabajar para que los mismos trabajadores y receptores de turismo cumplan con sus obligaciones.  
El servicio público de limpieza y recogida de basura tiene que ser más frecuente y efectivo, los numerosos uniformados presentes en los puntos de control del parque deberían de informar al turista sus obligaciones y hacer cumplir la ley de protección ambiental.
 Esto y mucho más hay que hacer `para salvar nuestras riquezas naturales del turismo masivo destructor y de la minería ilegal.

jueves, 25 de febrero de 2016



Desde la minería al turismo:  La reconversión de un pueblo






 Por Manuela Gallini

Tepequém: un pueblo de sesenta habitantes, situado a doscientos kilómetros de Boa Vista y de Pacaraima, perteneciente al Estado Roraima, Brasil es el ejemplo actual de reconversión minera. Este pequeño pueblo era antiguamente un importante centro minero. En los años treinta fue la primera comunidad de la zona que basaba su entera  economía en la extracción de diamantes. La carretera de asfalto que conduce al asentamiento atraviesa numerosas fincas “fazendas”, en idioma brasilero, productoras de ganados y cabras. Antes de llegar a la comunidad hay que cruzar nutridos ríos, fuentes preciosas de peces como el “tambaquin”, actualmente parte integrante de la economía local. Después de veinte kilómetros de curvas peligrosas se llega al ex pueblo minero. Muchas casas están vacías, mientras muchas otras están en construcción, el cemento ha sido sustituido por la madera y materiales alternativos como piedras y ladrillos y los colores van cambiando mano a mano que se avanza en el camino. Un espléndido tepuy, con su abismo, llamado Platao hace de marco al entero pueblo que se desarrolla a lo largo de la carretera principal.
La historia de este asentamiento representa un ejemplo y una posible alternativa para aquellos pueblos que viven de la minería y que piensan no tener otro futuro. Una realidad que cambió gracias a la voluntad de un gobierno de transformar un ambiente minero en uno turístico, aprovechando de las riquezas naturales y de sus productos. A través de un trabajo de concientización y valoración pudo llevar a cabo el sueño de muchos. Hoy en día Tepequem representa una importante meta turística para los habitantes de Boa Vista y Manaus. Gracias a ellos también la población está creciendo de una forma sustentable y organizada mientras las autoridades se ocupan de preservar el lugar con la total prohibición de la actividad minera y con el control periódico de limpieza. Ríos antiguamente dinamitados con el fin de la extracción de diamantes, han vuelto a su cauce, y representan hoy en día la meta principal para los turistas, que disfrutan de sus aguas sin dejar rastro de su pasaje. Los antiguos arenales siguen presentes en el horizonte, como los profundos huecos mineros que están poco a poco recuperándose con una nueva flora. Han pasado quince años desde la prohibición de la minería y todavía la naturaleza sufre de su paso. No obstante esto es de ayuda saber y ver que existe la posibilidad de cambio y recuperación cuando existe la voluntad de hacerlo. La actual economía se basa en el turismo y en la piscicultura y poco a poco la artesanía y los productos agrícolas están integrándose al patrimonio local.  Los trabajos de construcción y de arte están fomentando la circulación de la moneda para los habitantes locales que amplían sus negocios y sus posadas. 
Con este ejemplo de esperanza confío en que nuestras comunidades sigan el mismo proceso y que nuestro Parque Nacional recupere sus ríos y sus bellezas naturales.