sábado, 16 de abril de 2016

El paludismo pasa a ser una enfermedad urbana en Gran Sabana


Esta enfermedad, tradicionalmente asociada a la selva y a la actividad minera ilegal, se hace cada vez más recurrente entre los habitantes de la capital del municipio Gran Sabana. Los especialistas explican que esto se debe a la movilización de los enfermos, a la deforestación de los bosques cercanos, a las fallas del sistema de salud. Imagen: Cortesía.




Por Morelia MRs
Entre finales de marzo, y comienzos de abril, mientras la sequía, atribuida al fenómeno de El Niño, se posterga y las temperaturas se disparan, incluso durante la noche, en la precariamente urbana Santa Elena de Uairén, a los diagnósticos de zika y dengue entre las personas que viven y trabajan acá, entre aquellos que no suelen ir a las minas, se suman los de paludismo o malaria humana.

Santa Elena es la capital del municipio Gran Sabana, en el sureste de Venezuela, una ciudad de entre 25 a 30 mil habitantes, rodeada de áreas protegidas y de zonas selváticas en donde se practica la minería ilegal y se disemina el paludismo, una enfermedad transmitida por el mosquito anófeles.

Sin embargo, por su temperatura, los residentes de Santa Elena históricamente se han mantenido a salvo de esta dolencia caracterizada por fiebres, escalofríos, dolores musculares y de cabeza y  que incluso puede causar la muerte.

Durante la semana epidemiológica número 12, la última del mes de marzo, el Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Hospital Rosario Vera Zurita contabilizó entre las dos parroquias que conforman el municipio, Gran Sabana sección capital e Ikabarú, un total de 371 casos, si bien los registros no discriminan entre los infectados en una u otra zona de la jurisdicción.

De los 371 casos, 272 padecen del tipo Vivax, 47 del falciparum y 52 de ambos es decir son casos en los que la sangre vista al microscopio reveló que el paciente se encuentra infectado con los dos tipos de paludismo que se presentan en la zona. Durante la semana epidemiológica número 12 del año 2015, el Servicio contó 79 casos de Vivax, 35 de falciparum y 58 mixtos, para un total de 172 casos.

Hay además otras dos comunidades en donde históricamente no se presentaban casos de paludismo y en donde recientemente existen docenas de enfermos: Chirikayén y El Paují, ubicadas a 27 y 80 kilómetros de la ciudad fronteriza. Dos sitios altos, antes frescos y cada vez más cálidos en donde poco o nada se practicaba la minería y en donde cada vez más se realiza esta actividad.

En el Servicio de Vigilancia Epidemiológica se cree que este cambio en la localización de la malaria se debe primordialmente a la sequía generada por el fenómeno de El Niño y a los cambios de temperatura. Explican que en un ambiente cálido el mosquito vive más y durante esas horas extras logra picar a una persona enferma, entre aquellos que llegan de las minas y luego infectar a una persona sana, entre aquellos que residen permanentemente en Santa Elena.

El personal de Epidemiología no descarta que esta modificación obedezca a la deforestación de los bosques próximos, pues el mosquito vive en zonas boscosas.

Se deforesta con fines urbanísticos, agrícolas o mineros, En los últimos 18 años, en Santa Elena se han consolidado al menos 18 invasiones, en espacios naturales y desde hace cinco años o un poco más existe una gigantesca mina en los límites entre la comunidad de Maurak y La Planta, un barrio urbano.

Adicionalmente, los adscritos a Epidemiología no poseen ni carros, ni equipos, ni químicos para fumigar, dependiendo así del apoyo de sus colegas brasileros.

A mediados de marzo, en virtud de la emergencia declarada en Brasil ante la proliferación del virus del zika, las autoridades epidemiológicas de ese país comisionaron a sus funcionarios y siete camionetas fumigaron el flanco venezolano de la frontera. Desafortunadamente, las fumigaciones posteriores no se hicieron en los tiempos óptimos. Ahora se sabe que por petición de la Alcaldía de Gran Sabana, los brasileros van a enviar dos camionetas más, muy probablemente hacia las zonas mineras que es en donde hay más malaria.

La proliferación del paludismo en la zona urbana ya se dio durante la sequía entre los años 2011-2012. Pero en aquel momento sólo se diseminó el Vivax y la temporada duró menos. Ahora, en La Planta, El Hospital, La Bolivariana, Cielo Azul, Guayabal, La Orquídea y Puerto San Rafael hay infectados.

Como no son mineros, los infectados ni siquiera sospechan acerca de la posibilidad de sufrir de este mal, lo cual los expone durante más tiempo a la presencia del parásito en su torrente sanguíneo. Por tanto, la recomendación es contundente: de momento, todo habitante de esta frontera que lleve más de tres días con los síntomas mencionados, debe hacerse una gota gruesa.

En la Unidad de Malariología Demarcación I de Santa Elena de Uairén aseguran que el origen del problema son las personas mal curadas, quienes al llegar de las minas son picadas por los mosquitos que luego infectan a los habitantes de la localidad, un factor al cual se suman las altas temperaturas, "el mosquito es más virulento, vive más, pica más, aunado a que no tenemos vehículo, no tenemos cómo fumigar", explicó un funcionario sin identificarse.

Los exámenes y los tratamientos son gratuitos. Sin embargo, no siempre las dependencias de salud están en capacidad de colocar en manos del paciente, desde el momento del diagnóstico, la cantidad total de pastillas que debe tomar.

Pedro Clauteaux, especialista en malaria con años de experiencia en la zona, cree que el problema radica en las personas mal curadas, portadores de un parásito que posteriormente es transmitido por el anófeles a una persona sana, incluso fuera de la zona comúnmente vinculada a la acción de estos insectos.


Explicó que –eventualmente- si llegan tres pacientes el tratamiento se reparte entre los tres y se les pide que vuelvan por el resto. No obstante, uno regresa en el tiempo indicado, el segundo retorna con retraso y el tercero no vuelve porque se siente bien, pero, en determinadas condiciones (como, por ejemplo, sequía, calor y fallas en cuanto fumigación) puede transmitir la enfermedad.

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