Por Morelia Morillo
"Más o menos bien", nos respondió Lisbeth Urbina
cuando le preguntamos con respecto a sus ventas durante la Semana Santa 2016.
Ella es una madre trabajadora que desde hace más de una
década se dedica a la venta de artesanía y cosmética de origen local en las
inmediaciones de Rápidos de Kamoirán, una zona comercial ubicada sobre la
Troncal 10 en el Sector Oriental del Parque Nacional Canaima, en la Gran
Sabana.
Efectivamente, a pesar de que -por tradición- la Semana
Santa es la temporada de mayor afluencia de turistas nacionales, los días de
asueto de finales de marzo apenas se diferenciaron de un buen carnaval, una
época que en la distante Gran Sabana no suele ser muy buena para quienes se
dedican al negocio del turismo.
En un recorrido por la zona, pudimos constatar que a los
paradores más populares: Kamoirán, Kawí, Kamá, Pacheco, Suruape y Jaspe llegaron
visitantes, pero apenas la mitad o menos de los que llegaron durante los días
santos de 2015.
También pudimos ver que la mayoría de los vehículos rústicos
(acondicionados con parrillas de techo o camionetas pick up) se movilizaban con
al menos 120 litros de gasolina por carro, cuatro pimpinas de 30 litros cada
una.
Esto nos llamó la atención pues se trata de una práctica que
antes fue controlada por los efectivos de los cuerpos de seguridad y orden
público, ya que es considerada como riesgosa y que, sin embargo, se ha
extendido. Los visitantes expresaron que saben de las deficiencias en el
suministro de gasolina en esta zona fronteriza venezolana hacia el Brasil y que
por eso viajan con sus reservas.
No obstante, el Operativo Semana Santa 2016 trajo a esta
región dos estaciones de servicio móviles. En ambas bombas portátiles se
formaron largas colas, con un promedio de espera por carro de una a tres horas.
Corroboramos que los llamados "talibanes", contrabandistas de
combustible que operan en Santa Elena de Uairén y el Kilómetro 88, en la
capital de la Gran Sabana y en la población minera del municipio Sifones,
aprovecharon la temporada y la presencia de las cisternas, así que salieron a
pasear con sus familias pero sin abandonar el negocio.
Entre los comerciantes, operadores, guías y posaderos
confirmamos que llegaron algunos viajeros procedentes de pueblos o ciudades
cercanas como Las Claritas, Tumeremo, El Callao, Guasipati y Upata y que la
mayoría de ellos viajó con todas sus provisiones, carpas, comida, carbón, agua
mineral, hielo, de forma que consumieron lo mínimo a pesar de lo largo de la
jornada.
Nicol Marcel, coordinadora de Proyectos de la Fundación
Mujeres del Agua, nos comentó que también a la zona de El Pauji, en el
municipio Gran Sabana, pero fuera del Parque Nacional Canaima, llegaron muy pocos
turistas.
Marcel atribuyó lo ocurrido con el turismo a la crisis
económica que afecta al país, al impacto causado por los sucesos ocurridos en
Tumeremo durante las primeras semanas de febrero y temas como las fallas en el
suministro de combustible y dinero en efectivo que afectan a esta zona de
enorme potencial turístico.
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