martes, 29 de diciembre de 2015



Diciembre en la Gran Sabana






Estamos en Diciembre y en el Municipio Gran Sabana, como en el resto del mundo ha llegado la Navidad. Aquí significa,  aunque si por poco tiempo, olvidarse de la minería y del tráfico de gasolina para dedicarse al turismo. La belleza de la tierra y de sus ríos comienzan a representar un valor económico, las tradiciones y los trabajos típicos se compran como recuerdos de viajes o presentes para los amigos.
A todo esto también las mujeres indígenas aprovechan de sus conocimientos y  su sabiduría para enseñar al turista las riquezas de su cultura. Empezamos por la comunidad de Mana krü y podemos ver la casa de la artesanía llena de trabajos tejidos, como cestas en manare o alambrito, carteras en moriche, “atrapa novio”,  collares y pulseras de semillas. Si nos movemos hacia la zona del Parque Nacional, en la comunidad de Mapauri,  se encuentran las mujeres fabricando las ollas de barro, conocidas para cocinar el  tüma, sopa tradicional indígena. En la comunidad de Kumarakapai en cambio, las tienditas de artesanía ofrecen todo tipo de  trabajos manuales, desde los palos de lluvia hecho con madera de yagrumo, semillas de capacho y moriche, hasta las preciosas tallas en caolín donde se representan los paisajes de la Gran Sabana.  Cerbatanas y arco y flechas en miniaturas representan uno de los regalos más deseados por los turistas pequeños, que fascinados por esta arte, viajan atrás en el tiempo y se convierten en protagonistas de las películas de cine. Más adelante en la carretera encontramos la comunidad de Oröi Üarai, conocida por sus artesanos talladores de piedra. Familias enteras se dedican, en sus casas,  a la producción de collares, pulseras y sarcillos en piedras volcánicas y en formaciones de jaspe. Desde los padres que tallan las lajas con seguetas manuales  hasta las hijas e hijos que se dedican a lijar y pulir los dibujos para dar vida a verdaderas obras de arte hecha de forma totalmente artesanal.
Esto y mucho más es la Gran Sabana en época turística. Los guías locales enseñan los paisajes únicos y envuelven a los turistas con sus cuentos indígenas tradicionales. La magia de este lugar vuelve a resurgir y de repente nos olvidamos del mal aprovechamiento de esta tierra.
Me pregunto entonces porque no podemos olvidarnos de oro y diamantes y dedicarnos todo el año a difundir esta cultura ancestral y sus artes, haciendo de estos trabajos la fuente principal de ingresos de estas comunidades y así preservando las riquezas naturales del lugar.

Manuela Gallini, Fundación Mujeres del Agua

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