Maestros renuncian para ir a la mina o dedicarse a otros oficios
Por Morelia Morillo
Fundación Mujeres del Agua
Aunque amen su profesión, esto que quede claro, durante el
año escolar pasado y el que corre, cientos de maestros asignados a las aulas
del municipio Gran Sabana han renunciado a sus cargos para dedicarse a
actividades más rentables.
Cierto, quienes van a los yacimientos de oro y diamante
buscan riqueza, pero quienes se ocupan como choferes o comerciantes informales lo
hacen con el simple propósito de sobrevivir. En la distante frontera venezolana
hacia el Brasil, el docente de más alta calificación devenga una sueldo mensual
de entre 18 000 y 22 000 bolívares, el alquiler de una habitación cuesta entre
Bs. 15 000 y Bs. 20 000, este dato fue corroborado con una arrendadora, un kilo
de harina de maíz Bs. 500 en una bodega y un pasaje, en la zona urbana sólo hay
taxis, Bs. 300.
La situación de los docentes, si bien se da en todo el país,
pues se trata de profesionales históricamente mal remunerados, es alarmante en
esta región por ser una zona remota, en donde los precios de los alimentos, de
los alquileres y del transporte repuntan a la velocidad propia de una economía
minera adicionalmente impactada por la diferencia entre el real brasilero y el
bolívar venezolano (1 x 170).
El panorama local
La Gran Sabana es la tierra del pueblo indígena pemón. Es
una zona prístina sobre la cual rigen diversas figuras de protección ambiental,
Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (Abraes). De acuerdo con La cuenca del río Caroní, una visión en
cifras, editado por la Electricidad del Caroní (Edelca), empresa que
hoy forma parte de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), para el año
2001 el Estado
venezolano consideró que esta zona posee una inmensa vocación para el turismo y
la generación de agua para la producción hidroeléctrica. Paradójicamente, acá se
práctica cada vez más la minería sin control.
En 2015, en las zonas rurales, prolifera la minería, incluso
en las áreas del Parque Nacional Canaima, mientras que en la capital municipal,
en Santa Elena de Uairén, el comercio responde cada vez más a la demanda de los
vecinos del flanco brasilero al igual que la venta doméstica de combustible.
Se calcula que la mitad de la gasolina que sale de las
estaciones de servicio locales, en donde se forman enormes colas diariamente,
va a las minas mientras que el otro 50% va al Brasil. En Venezuela, un litro de
gasolina no cuesta ni un bolívar. En Brasil cuesta casi cuatro reales.
Clandestinamente, los brasileros la pagan hasta en dos reales es decir en aproximadamente
Bs. 340 por litro.
El conflicto docente
Una funcionaria del Distrito Escolar Número Cuatro,
correspondiente al Municipio Gran Sabana, confirmó que durante el año académico
2014-2015 renunciaron al menos 80 docentes, aunque advirtió que pudieran ser
más pues esta cifra corresponde a las renuncias ya procesadas sin contar a
aquellos profesionales que se retiraron de sus aulas sin haber finiquitado su
relación laboral con el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE).
Otra funcionaria de esa dependencia alerto, siempre bajo la
condición de la confidencialidad, que al cierre del año escolar 2014-2015 se
retiraron 300 docentes en todo el municipio, tanto en las comunidades indígenas
como en la zona urbana, correspondiente a la capital municipal.
Pero además en lo que va del año escolar 2015-2016, en tres
meses, habrían renunciado al menos 25 docentes.
En algunos casos las vacantes permanecen, otras plazas están
siendo ocupadas por representantes, otras por suplentes que aceptan trabajar
bajo la condición de hacerlo por un tiempo determinado.
El Preescolar Gran Sabana, adscrito a la Escuela Integral
Bolivariana (EIB) "El Salto", postergó durante al menos un mes el
comienzo de clases para los niños y niñas del primer nivel pues una de las
maestras solicitó su jubilación y la otra su cese por incapacidad. Finalmente,
el Consejo Comunal y la Alcaldía contrataron una docente a la cual le pagan 24
000 bolívares.
En la propia EIB "El Salto" se fue la mitad de los
maestros, algunos de ellos por jubilación, otros por incapacidad y otros por
renuncia por lo que algunos padres debieron asumir el liderazgo de las aulas
antes de que sus hijos perdieran el año.
La escuela de la comunidad indígena de Las Agallas cerró hasta
nuevo aviso y la de Ikabarú, la capital de la segunda parroquia del municipio comenzó
clases en noviembre, con al menos un mes de retraso, esto cuando la Zona Escolar
Bolívar logró ingresar a cinco maestros nuevos, todos ellos provenientes de
otras municipalidades, aparentemente con el compromiso firmado de que no
solicitaran cambio durante los próximos ocho años.
En Ikabarú, una zona fundamentalmente minera ubicada a 114
kilómetros de carretera de tierra de Santa Elena, un pollo cuesta hasta dos
gramas de oro es decir al menos Bs.30 000. Para cobrar, un maestro debe viajar
hasta la capital municipal pagando por un puesto en un vehículo rústico Bs. 3
000 y Bs. 3 000 más para regresar. Todos los pagos de los maestros se realizan
a través de cuentas corrientes del Banco de Venezuela que sólo tienes agencia y
cajero en la capital de municipio. Los docentes reciben una tarjeta de débito,
pero los cajeros locales sólo procesan retiros diarios de hasta Bs. 3 000.
"Los maestros
que se quedan, los que no renuncian, lo hacen porque les gusta mucho o porque
están a punto de jubilarse, pero además venden productos, ropa, gasolina, hacen
taxi", nos comentó la funcionaria confidencialmente.
Al cierre del año escolar 2014-2015, los directores, las
autoridades del Distrito Escolar y de la Alcaldía se reunieron para discutir en
torno a esta situación y elaboraron una carta dirigida al Ministerio de
Educación, entonces liderado por Héctor Rodríguez, para exponer lo que está
sucediendo y solicitando formalmente 109 ingresos. En respuesta, en noviembre
se incorporaron 83 nuevos maestros, pero el resto de los problemas que han
llevado a esta crisis continúan sin solución.
Testimonio en pareja
Nardy Torres y David Silva son esposos, padres de dos niñas
y docentes. Los dos aman su profesión, sienten que sólo así sirven a sus
familias y a su comunidad y sin embargo ambos renunciaron a sus cargos
"por motivos económicos".
"Porque con dos sueldos no daba para comer", dijo
David.
Él renunció hace año y medio, se desempeñaba como el
coordinador de pastoral de la Unidad Educativa "Fe y Alegría de Manak Krú",
su carga horaria era de 36 horas semanales y devengaba en ese momento Bs.4 500
más un bono por su labores de coordinación. "Iba al mercado y llegó un
momento en el que dejaba la quincena, parte de mis ahorros y el cesta
ticket".
Ahora, se dedica a hacer transporte, por cierto nos comentó
que tiene el carro parado por falta de repuestos, tiene junto a su esposa una
pequeña bodega en casa de la abuela de ella y vende envases plásticos en un
toldo que arma a un costado de la Troncal 10, "a los brasileros que pasan".
"A mí me gustaría estar dando clases, eso es lo mío. Me
gustaría que esta situación cambiaria y volver a la docencia porque en la
situación actual del país el docente no puede vivir de su trabajo".
Nardy es docente de preescolar de la Unidad Educativa
"Darak Merú", renunció al cierre del período escolar pasado, pero
continuará trabajando hasta diciembre porque sus superiores le expusieron
"si tú renuncias, con quién se van a quedar los niños". Ahora atiende
la bodega, vende helados y hace ponqués.
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