lunes, 25 de abril de 2016

Abogadas brindaron orientación a la comunidad de El Paují por caso de violación

La mujeres de la comunidad se han organizado con el propósito de que este caso sea castigado y que no se repita. Fotografía: Morelia Morillo

Por Morelia Morillo
El martes 19 de abril, las abogadas Betty Lurúa y Celina Daniels visitaron la comunidad de El Pauji para conversar con un grupo de vecinos con respecto a las instituciones y las leyes con las que cuentan para defenderse en caso de que se presente una nueva violación o un acto lascivo.

El Paují cuyo nombre indígena es Karawaré Tuy, una comunidad en la que conviven indígenas pemón y no indígenas, conocida por ser un lugar tranquilo y hermoso, fue sacudida hace mes y medio por un hecho nefasto: la violación de una niña de cuatro años por parte de un miembro de su familia.

Adicionalmente, en una asamblea comunal, se conoció que al menos dos mujeres más habrían sido víctimas de ese sujeto. El hombre fue denunciado, apresado e inexplicablemente liberado. Se cree que, por el desconocimiento acerca del tema, durante el proceso de denuncia se cometieron errores y que las instancias correspondientes  no han procedido con la celeridad que la situación amerita, pues además de hacer justicia el objetivo es que este hecho no se repita.

Por tanto, las mujeres que forman parte de los consejos comunales Karawaré Tuy y El Paují, así como el capitán Rogilio Campino promovieron esta actividad del 19, para aclarar dudas y apoyar a la madre de la niña. Por su parte, la Fundación Mujeres del Agua  respaldo el esfuerzo comunitario que implicó llevar a las abogadas hasta esta comunidad ubicada a 80 kilómetros de Santa Elena.

Más allá de los argumentos jurídicos, las sugerencias de ambas abogadas apuntaron especialmente a la prevención basada en el amor, en el fortalecimiento de los valores y en la solidaridad dentro de la familia y de la comunidad.

Ambas insistieron en que para evitar la violencia hay que dar amor a los hijos e hijas, enseñarles el respeto por la libertad, apoyar a la madre de la niña abusada en el seguimiento del caso y en la recuperación sicológica de ambas y estar siempre vigilantes ante este tipo de acciones pues estamos tanto en el derecho como en la obligación de formular las denuncias cuando sea necesario.

"Los niños y niñas son prioridad absoluta", dijo Lurúa.

Betty Lurúa, quien fue defensora de los niños, niñas y adolescentes, invitó a conocer nuestros derechos contemplados en la Constitución de la República Bolivariana y en la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Lopna) y a demandar acciones concretas de parte de los funcionarios del Estado Venezolano y que, de lo contrario, "merecen sanciones".

El proceso
En Santa Elena, capital del municipio Gran Sabana, el más distante hacia el extremo sureste del país, existen instituciones facultadas para recibir una denuncia e iniciar una investigación de este tipo: la Fiscalía del Ministerio Público, el Tribunal Municipal, el Destacamento de Fronteras y los puntos de control fijos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), la Coordinación de la Policía del Estado Bolívar y el Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes.

E igualmente quedó claro que cualquier profesional de la salud, sea comunitario, público o privado, está en la obligación de levantar un informe y notificar a los organismos pertinentes cuando sepa de un caso de esta naturaleza.

Ambas insistieron en que, una vez formulada la denuncia, lo importante es acompañarla, que tanto la víctima como sus familiares, vecinos y organizaciones comunitarias le den seguimiento y vida a esa demanda.

Recordó que las personas que son objeto de violencia "se creen culpables y no son capaces de hablar, creen que son ellos quienes generan esa violencia" y que por tanto es responsabilidad de la familia y de la comunidad acompañarlos en la búsqueda de justicia, un proceso que, con frecuencia, resulta largo.

El capitán Rogilio Campino desmintió que este tipo de acciones forme parte de la cultura pemón y por el contrario recordó que él mismo sirvió de intérprete en una oportunidad, ante un hecho similar y que fue un tribunal ordinario el que no estableció un castigo acorde a la gravedad del delito.

Como defensora de la mujer pemón, Celina Daniels insistió en que "nuestras propias autoridades vulneran nuestros derechos como mujeres, entonces nosotros tenemos que unirnos" y desarrollo especialmente el tema religioso tomando en cuenta que El Paují, como muchas otras comunidades de la Gran Sabana, es un asentamiento fundamentalmente adventista.

Dijo Daniels que Dios creo tanto al hombre como a la mujer libres y que de acuerdos con los textos bíblicos los propios israelitas establecían duras sanciones para aquellos que incurrieran en abusos sexuales.

Como producto de este encuentro, el Comité de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del Consejo Comunal se comprometió a apoyar a la madre de la niña afectada en el seguimiento del expediente y Celina Daniels dijo que intervendrá para que la sicóloga que trabaja para un centro de educación adventista de la zona atienda a la mujer y a su pequeña con la finalidad de que este hecho traumático deje en ellas las menores secuelas posibles.







  

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