domingo, 30 de noviembre de 2014

Mujeres indígenas iniciaron su Capacitación en Liderazgo


Por Morelia Morillo

Con una primera sesión enfocada en el tema de Género, la Fundación Mujeres del  Agua inició a mediados de septiembre de 2014 su proyecto de Capacitación en Liderazgo.
En esta Fundación se juntan un grupo de mujeres rurales, indígenas y no indígenas, motivadas por un mismo interés: su participación en pro de la defensa de los derechos socio-ambientales en las comunidades de Gran Sabana, territorio ancestral del pueblo pemón, un municipio ubicado en la remota frontera venezolana con Brasil, un espacio en donde nacen las aguas que generan al menos 70% de la electricidad que consume el país y en donde docenas de hombres y mujeres practican la minería.



Celina Daniels, licenciada en Estudios Jurídicos y coordinadora de la Casa de la Mujer Indígena de Kumarakapay se desempeñará como facilitadora durante las tres sesiones de Género.
Al iniciar el primer encuentro, explicó que los temas a ser tratados durante este primer ciclo de talleres (Género y Cátedra Indígena) fueron escogidos por las propias lideresas que participaron de la reunión que se realizó en Kumarakapay en marzo de 2013 y que se trata de un proyecto de largo alcance que pretende ir tocando otras materias como legislación indígena, minería y ambiente, entre otros. Esto con la finalidad de fortalecer la condición de las mujeres en su desempeño como capitanas, segundas capitana, voceras de los concejos comunales o simplemente como luchadoras por los derechos de las mujeres, familias y comunidades.

A mediano plazo el propósito es “conformar una red de lideresas” con capacidad para actuar combinadamente en torno a los problemas graves que afectan a las mujeres, sus familias y comunidades. En esta zona del país hay muchas mujeres luchadoras, sin embargo, es frecuente, que cada una de las ellas trabaje por separado en lugar de cooperar unas con otras.
El objetivo de este proyecto es formar a aquellas interesadas en trabajar como lideresas en sus comunidades, en ser multiplicadoras de conocimientos y experiencias y en servir como puntos de referencia para más mujeres del municipio Gran Sabana.

Daniels partió de la explicación del rol de la mujer y el hombre en la sociedad en general y en la indígena en particular; compartió en torno a conceptos básicos como el machismo y el patriarcado, vinculándolos muy especialmente a la vida en las comunidades indígenas del sureste venezolano y posteriormente se refirió a la violencia de la cual son víctimas muchas de sus paisanas al desconocer sus derechos.

Del intercambio entre la facilitadora y las participantes, surgió el tratamiento de la estrecha relación que existe entre la violencia hacia la mujer y el consumo de bebidas alcohólicas tanto en las comunidades alejadas como en el área urbana del municipio, en Santa Elena de Uairén.
Se habló, por ejemplo del ciclo de la violencia, esa dinámica continuada de situaciones de agresión física o sicológica que da en algunos hogares, con breves paréntesis de arrepentimiento y plenitud.
El ambiente de confianza permitió que muchas de las mujeres, personas generalmente muy calladas compartieran sus testimonios de vida:
Una mujer, habitante de la comunidad de Liwo-Riwó, recordó que su mamá siempre le decía que “la mujer tenía que aguantar todo porque se había comido la manzana”, en alusión a la tentación y al pecado que, según la Biblia, motivó a Dios a expulsar a Adán y Eva del paraíso. A su vez, los abuelos le decían “usted se casa porque tiene que aguantar y llegado el momento fue su padre quien le explicó cómo debía comportarse con su marido “porque el hombre es la palabra”. Y dijo que todo eso siempre fue ley para ella.

Micaela Colón, procedente de la comunidad de Waramasén, confesó que, a pesar de ser una mujer preparada, se formó como docente y es una lideresa de reconocida trayectoria, también fue humillada por quienes se oponían a que ella ejerciera su profesión y aún más al hecho de que, tras ser escogida por su gente, se desempeñara como capitana comunal.
Aseguró que esperaban de ella que se embarazara ya que los hombres asumían que la mujer, mientras más se embarazara, más permanecería en su casa a las órdenes de su marido.
Micaela recibió el contenido de ese primer taller como “una gota de agua” en la medida en que contribuyó a saciar su sed de conversar acerca de los temas vitales en la vida de la mujer indígena, a la luz del conocimiento y de las leyes, sin pisar el terreno de la política.

A otra de las participantes, una mujer procedente de la comunidad indígena de Chirikayén, su marido le ordenó escuchar, sin embargo, una vez en la sala en donde se desarrollo la primera sesión del taller, se dio cuenta que “por fin puedo hablar y estoy embuchada” es decir aturdida con tantas cosas por decir, con todos esos pensamientos que guardó durante años.

Otra de las asistentes, relató que, a veces,  su marido, al regresar del trabajo fuera del hogar, le cuestiona porque a su juicio, ella pierde el tiempo, no hace nada, a pesar de que ella asegura que haber hecho todo, haber cocinado, hecho kachiri y parakari, bebidas típicas de los pemón, tumá, consomé tradicional, “pero para ellos, eso no es trabajo”.
“Lo que más me gusto de este taller, es que las mujeres se pueden expresar”, dijo Elba Benavides, presidenta de la Fundación Mujeres del Agua, una vez culminado el primero de los seis encuentros programados para el cierre de 2014.

Los primeros dos talleres (Género y Cátedra Indígena) planteados como parte del proyecto de Capacitación en Liderazgo se postergarán durante el último trimestre de 2014; al finalizar las primeras seis sesiones de Género y Cátedra Indígena, se iniciará una segunda fase durante la cual las participantes deberán compartir con las vecinas de sus comunidades lo aprendido.
Bien lo dijo Celina Daniels al comenzar su primera intervención sobre Género y Violencia Intra familiar “espero que lo aprovechen, que aprendan y que lo pongan en práctica, no me archiven los cursos, terminen de hacerlos y pónganlos en práctica (…) Todo lo que vayan a ver aquí lo pueden multiplicar en sus comunidades.

A la primera sesión asistieron 16 personas, 14 mujeres y dos hombres, quienes solicitaron que se les permitiera escuchar y aprender, a pesar de que la actividad estuviese específicamente dirigida a ellas.
Los talleres se desarrollan en la capital municipal hasta donde llegaron mujeres de comunidades cercanas como Pei Merú, Wará y Manak Krü; de sitios medianamente distantes como Kawí, Karapauray, Chirikayén, Waramasén y El Paují y de localidades tan distantes como Mesek Merú y Liwó Riwó.


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